4 de septiembre de 2010

Pablo Chul entrevista a Joyce Carol Oates


Total, que me enteré de que Joyce Carol Oates venía a Madrid, y me dije: allá voy, a lo que surja. Di la lata moderada a quien corresponde para lograr algo, una cosita de nada, una nimiedad, una miguita: “¿Puede ser una entrevista? ¿Un café? ¿Qué me firme un libro? ¿Llevarle la maleta? ¿Ayudarla a cruzar la calle? ¿Algo?”


Al final fue un almuerzo con periodistas, a las 14:00 horas. Perfecto.


Así que allí me presenté, cuarto de hora antes de la hora prevista, y allí se presentó JCO, cinco minutos después, con su intérprete y su editora de Alfaguara en España.


Y yo me lancé, claro, porque así somos los fans: plastas, se siente.


Empezamos con un poquito de cháchara social, nice and polite. Que cuánto tiempo lleva en España, que si le gusta, que si Bush, que si Obama, que si muchas gracias por venir, que si Picasso, que si había estado en Barcelona y había visto una exposición de fotoperiodismo muy interesante, que si su marido estaba por Madrid haciendo fotos, que qué había estudiado yo, que si Picasso otra vez porque ella estaba pensando en usar un fragmento del Guernica para la portada de su próxima novela, Mud woman...


Bueno, dije yo, pues debería ir a ver el cuadro, you know, the real thing, que está en el Reina Sofía, second floor, new wing. ¿Dónde dices? Pues allí mismo, al final de esta calle, en un edificio con ascensores de cristal en la fachada frente a la estación de tren. Ah, pues creo que desde allí cogemos el tren a Toledo mañana, tal vez antes o después nos acerquemos. Así que le hice un planito para que no se perdiera y pensé que le vendría bien una visita guiada, pero, en fin, ¿cómo ofrecerme sin parecer el stalker de Pumpink-Head o el de Sourland? No way.


Ella, como los tímidos, preguntaba mucho para alargar los temas. Really nice and well-mannered, y parecida a sus videos en youtube y a las fotos de las contraportadas hasta en la chaqueta blanca de gurruños, que juraría haber visto antes. Lánguida, lacia, todo ojos y con un hilo de voz y una dicción perfecta y decidida, parecía estar caracterizada de sí misma. O tal vez fuera, sin más, el efecto de reconocer en tres dimensiones y movimiento a un amigo imaginario.



Y, por supuesto, vi de nuevo el abismo, el misterio de la creación artística, siempre inextricable: ¿Ha salido “A Bloodsmoor romance” del cerebro de esta señora? ¿Y “Haunted”? ¿Cómo es posible? ¿Cómo sucede? Pensé en "My sister, my love", en la lobotomía de "Zombie", en el calvario de la protagonista de "The girl with the blackened eye", en la rata en el coño de "Poor Bibi", en la mujer de "Madison at Guignol", que entra a comprarse un vestido a una tienda pija y termina hecha picadillo, y concluí: un enigma, indeed. To lunch now.


Y nos sentamos a comer. A su lado, la editora de Alfaguara, y al lado de ella yo, porque así somos los fans, too bad. Nueve personas en total, que guardamos un silencio eclesial cuando entró el chef con un speech que resume el zeitgeist de nuestro tiempo: os voy a dar de comer la experiencia de un huevo frito pero no el huevo porque el huevo es el mensaje y el mensaje el huevo.


Sí, pero, ¿hubo huevo?

Lo hubo, y fue fascinante en un nivel molecular/cultural.


Durante el huevo, JCO habló y respondió a ruegos y preguntas, pero el segundo plato rompió el protocolo y los periodistas, recién vueltos de vacaciones, se lanzaron a lo que de verdad interesa: preguntarle al de la lado qué tal en Denia, acordarse del hamaquero y la terracita, hablar del tráfico de Madrid, contestar al móvil, etcétera.


Y JCO se quedó de non, como puesta por el ayuntamiento.

Pero sólo por un segundo...


Porque a partir de entonces, poor JCO! Entre la editora de Alfagura, que también era fan, y myself la freímos sin piedad, vuelta y vuelta. Le contamos sus novelas, sus relatos, sus ensayos y su biografía. Decidimos delante de ella cuáles nos gustaban más y, por omisión, cuáles nos gustaban poco o nada, y además le sonsacamos todo lo que nos interesaba.


O casi todo. Mi misión secreta era volver a casa con la fecha de publicación de The Crosswicks Horror, pero en vano.

No tengo ni idea, me dijo. Ahora mismo estoy con otras cosas y no sé si en algún momento volveré a tener el ánimo o la energía para retomar ese proyecto.


Pero, en fin, volví con mi libro firmado, material para la entrevista y cuatro extractos.


1) De repente, sale Paul Theroux en la conversación. JCO escanea en su cerebro y dice: “Ah, sí, Paul Theroux...hmm, Paul Theroux...buff, ese escribe muchísimo. ¡Qué autor tan prolífico!”. Yo apoyo el tenedor en una merluza morada con costra de coco y pienso: la paja en el ojo ajeno.

2)
Hablando de su novela Blonde, sobre la que están a punto de hacer una película, JCO dice: “La protagonista será Naomi Watts...hmm, Naomi Watts, you know, la chica de Mulholland Drive”. “Sí, sí”, digo yo, “y la de Eastern Promises, de Cronenberg”. “Ah, Cronenberg...hmmm, Cronenberg, yo conozco a Cronenberg, que, por cierto, es un señor rarísimo, ¿verdad?” Yo clavo el tenedor en una proteína de queso, pienso lo mismo de antes y me acuerdo del relato The Doll. En fin...

3) Intento tirarle de la lengua acerca de Bloodsmoor romance, por si acaso en un ratito muerto se anima y decide escribir una secuela de mil o dos mil páginas. “Me encantó, you know, y me partí de risa”. Modestamente baja la mirada a una cosa deconstruida y dice: “Mucha gente dice que es una novela extrema y exagerada, pero en realidad el siglo XIX era así, sobre todo para las mujeres”. Y yo me acuerdo del libro, en el que un niño se derretía dentro de la máquina del tiempo, los muertos hablaban y a una chica le crecía, de repente, un pene de veinticinco centímetros, y pienso: “¿Perdón?”

4) “Ah, me encanta Extraños en un tren”, dice. “A mí me encanta The tremor of forgery”, digo, “¿no lo ha leído?” “No, no, pero qué título tan raro”. Y mientras yo le contaba el argumento, pensaba “Mmmh, título raro, título raro...¿Pero no ha escrito usted Because it is bitter, and because it is my heart? ¿O How I Contemplated the World from the Detroit House of Corrections, and Began My Life Over Again?

Esto fue ayer. Volví a casa contento, dando al replay para repasar los mejores momentos y echando por lo bajinis la bronca a España, ese país donde la gente se entera de las cosas tarde, mal y sólo si se las cuenta el periódico. Pero a partir de ese momento, ¡ay!...Todos en masa, que al calor se está muy bien.

En fin.

Aquí va un fragmento de la entrevista:


Pablo Chul: Ave del Paraíso ha sido descrita como una tragedia. Si es así, ¿en qué se diferencia de una tragedia tradicional?

Joyce Carol Oates: Es una tragedia, pero no para todos los personajes. Eddy Diehl, el padre de Krista, es acusado de un crimen que tal vez no haya cometido, y como consecuencia es víctima de una injusticia social con un resultado trágico, pues su entorno decide que es culpable y eso le supone una tragedia vital y su posterior destrucción. Pero no es una tragedia para Krista, la protagonista de la novela, pues ella logra hacer que ese recuerdo escape y liberarse.


Pablo Chul: Pero no hay nada heroico en el padre de Krista: ni catarsis, ni enseñanza moral...

Joyce Carol Oates. Su destino es trágico, sin más. Es acusado sin que tenga posibilidad de limpiar su nombre, como sucede en muchas ocasiones. Me interesan esos casos y sus consecuencias. Pensemos en el hombre acusado sin pruebas por el FBI por haber esparcido ántrax. De pronto, la opinión pública decidió que era culpable y, por supuesto, malvado. El hombre tuvo que cambiar de residencia, perdió su trabajo y posiblemente no logró remontar. No he seguido su caso y no sé qué ha sido de su destino, pero es un ejemplo más, como el padre de la protagonista de mi novela.


Pablo Chul: Al trabajar en una novela, ¿cómo considera el estilo? ¿Lo trabaja de manera independiente? ¿Cada historia, relato o novela requiere un estilo distinto?

Joyce Carol Oates: Una historia se convierte en algo distinto si está narrada con un estilo diferente. La novela que estoy terminando ahora, Mud woman, será una historia narrada en frases largas y alambicadas, con párrafos extensos y saltos temporales, porque la historia lo exige así, pero Mamá tiene un estilo sencillo y limpio, como la estructura y la historia.


Pablo Chul: ¿Y Ave del Paraíso?

Joyce Carol Oates: Sucedió algo con Ave del Paraíso. Yo había escrito una novela anterior, llamada Sparta, con la misma historia. El nombre Sparta tiene para mí connotaciones masculinas, y la novela era breve, escueta, directa, escrita en un estilo cortante y seco, directo, espartano. Pero murió mi anterior marido y, tras su muerte, en un período en el que no estaba segura de ser capaz de volver a trabajar, rescribí esa novela, que resultó ser la semilla de Ave del Paraíso. Trabajé la voz de Krista y, al modificar el estilo, la transformé como personaje, haciéndola más inteligente, más compleja y más cercana a mí. También transformé el estilo, que se volvió más sensual. La novela creció y se convirtió en Ave del Paraíso. Sin la muerte de mi anterior marido la novela habría sido otra, y en cierta medida siento como si su espíritu hubiera entrado en el libro y hubiera propiciado que sea como es ahora.


Pablo Chul: ¿Cambió en algo la historia?

Joyce Carol Oates: Supe desde el principio cómo sería la historia, y la escribí sabiendo exactamente cuál sería el final. Debía terminar como termina, con Krista abandonando Sparta y viendo las luces de la ciudad desvanecerse en el espejo retrovisor. Era necesario que Krista huyera, y eso no cambió.


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La entrevista completa está publicada aquí.