18 de marzo de 2009

No fond return of love, de Barbara Pym

Leer una novela de Barbara Pym es un plan que nunca falla: las peores son buenísimas y las mejores, como No fond return of love, son excelentes. En lo alto de mi podio particular (cada fan de Pym tiene el suyo), ésta se da la mano con Excellent Women y con A glass of blessings, de la que, en cierta manera, es hermana.

No hay ninguna sorpresa en el universo que dibuja la autora en este libro: tenemos dos solteronas con el corazón roto (Dulcie y Viola), un hombre que despierta todas las ensoñaciones (Aylwin), Londres en los años cincuenta, una parroquia, un cura, té y algunas mascotas. Todo suena conocido, claro, y así debe ser si entendemos que el conjunto de novelas de la autora es una única obra concebida en la forma de variaciones sobre un mismo tema, o, mejor dicho, un solo libro en varios tomos.

Se habla a menudo de la similitud entre Jane Austen y Barbara Pym, que es posible observar en elementos tanto literarios (tono, temas, personajes...) como casuales (coincidencias biográficas...), pero es tal vez en No fond return of love donde mejor se pueda ver que el vínculo último que hay entre las dos escritoras es que ambas hacen novelas paródicas.

La ironía de las novelas de Jane Austen se entiende a veces como ese cierto filtro de ingenio con el que la autora presenta situaciones o personajes que el lector debe percibir como ligeramente cómicos. Sería, en ese sentido, un recurso humorístico superficial, fácil de detectar y usado por muchos otros autores de manera similar. Pero hay una ironía de fondo y planteamiento que distingue a Jane Austen y la emparenta con Barbara Pym, una ironía más difícil de percibir, una ironía profunda: la de la escritora que se ha separado de su material en el momento de escribirlo para que el lector vea que lo que tiene entre manos no es una novela al uso sino una recreación entre lúdica y escéptica de la novela que esperaba. Su ironía, vista así, no es una chispa sino una broma muy seria, y sus libros no son libros cursis para señoritas sino libros para cualquiera que desee reírse de la parte de sí mismo que se muere por leer historias de señoritas que se enamoran.

Casi siglo y medio después, Barbara Pym escribe novelas que dialogan con la obra de Austen (y de Trollope) desde la ironía. Como Austen (y Trollope), elige un grupo pequeño de personajes y los mueve en un espacio reducido a merced de la búsqueda del amor (o su sucedáneo) y de minúsculas intrigas parroquiales. Y lo hace, como Austen, parodiando la tradición literaria en la que su obra se entronca.

No fond return of love (1961) es, tal vez, el libro de Pym en el que la autora muestra más claramente al lector que su juego es irónico, y lo hace enfatizando de manera ligerísima –pero suficiente- algunos recursos que en la novela decimonónica se usaban para fines serios, principalmente la construcción de la trama amorosa y sus sub-tramas a través de las casualidades y el uso del narrador omnisciente.

Dulcie Mainwaring –soltera con el corazón roto tras su separación de Maurice, su prometido- conoce a Viola –soltera enamorada del guapo y marmóreo Aylwin, su amante on and off- durante un seminario sobre índices y archivística. Quiere la casualidad que Viola haya olvidado sus pastillas contra el insomnio y que termine compartiendo confidencias sobre Aylwin con Dulcie. Quiere la casualidad que la joven sobrina de Dulcie, Laurel, vaya temporalmente a alojarse con su tía, y quiere la casualidad que, por sorpresa, Viola necesite también un techo, que Dulcie le ofrece amablemente. Quiere la casualidad que Dulcie empiece a enamorarse de Aylwin, que de pronto empieza a mirar con buenos ojos a Laurel. Y quiere la casualidad que Dulcie descubra dónde viven la suegra y la mujer de Aylwin, y en qué parroquia oficia misa su hermano. Y allí donde no llega la casualidad llega Dulcie movida por el deseo aparente de ser útil a los demás.

Para reforzar el sentido cómico de No fond return of love, un narrador omnisciente decimonónico da cuenta de esta trama entrando y saliendo de los personajes a la velocidad del rayo según convenga a la historia. No es fácil encontrar en la literatura de ninguna época ejemplos tan buenos de un uso irónico del narrador ante una trama compleja como los capítulos cuarto y noveno de esta novela.

Y Dulcie, ¡ay, Dulcie! Conocemos muy bien a estas hijas de Emma: son mosquitas muertas que pueden llevar a todos al desastre o al matrimonio sólo por pasar el rato. Dulcie, la protagonista, es un personaje extraordinariamente construido sobre el aburrimiento y el ansia amorosa que raya en locura. Es complementaria de Wilmet, la protagonista de A glass of blessings, pero aquélla era una mujer relativamente tranquila y en paz con el hecho de que la edad del amor hubiera pasado ya, mientras que Dulcie está al borde, sólo al borde, de la histeria, pero al borde al fin y al cabo. Como Barbara Pym es una autora lista, no nos muestra a Dulcie estallando en gritos, pero su obsesión por el infiernillo para calentar comida o su decisión de matar diez minutos llamando por teléfono a alguien cuando no tiene a quién llamar son suficientemente claras: Dulcie es una stalker.

Pero el amor llegará como y cuando tenga que llegar a los distintos personajes de esta novela, como en las de antes. Y es que Barbara Pym es un plan que nunca falla: “There are various ways of mending a broken heart, but perhaps going to a learned conference is one of the more unusual...Así empieza esta novela, que termina con un personaje comiéndose una peladilla de color malva. Entre medias sólo hay placer, el maravilloso placer de leer un gran libro...y una ardilla de piedra, y un águila disecada, y un órgano, y un burrito de porcelana, y unos zapatos rojos y muchas otras cosas.

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Para fans avanzados:

1-La propia Barbara Pym aparece como personaje en su novela, en el restaurante de un hotel: It was at this point that somebody came to the unoccupied table, but as she was a woman of about forty, ordinary-looking and unaccompanied, nobody took much notice of her. As it happened, she was a novelist; indeed, some of the occupants of the tables had read and enjoyed her books, but it would have never occurred to them to connect her name, even had they ascertained it from the hotel register, with that of the author they admired.

2- el cameo de personajes en esta novela lo hacen Wilmet y su marido, Keith y el fauno Piers, de A glass of blessings, que aparecen breve pero estelarmente hacia el final, vistos por Dulcie como lo que son en una broma posmoderna: What odd people they were! Like characters in a novel!

3- Dulcie coloca en una estantería de la habitación que presta a Viola un ejemplar de Some tame gazelle.

* Collages de Ruth Van Beek