12 de diciembre de 2008

Some tame gazelle, de Barbara Pym

Para los coleccionistas de opening lines, ahí va una que juega en Primera División: "The new curate seemed quite a nice young man, but what a pity it was that his combinations showed, tucked carelessly into his socks, when he sat down".

Después de eso, ¿quién es capaz de no seguir leyendo?

El universo de Barbara Pym es reducido, sí, y sus libros son variaciones sobre los temas que toca en éste, su primera obra publicada. Como en otras de sus novelas de los cincuenta, en Some tame gazelle (1950) hay una iglesia, parroquianas voluntariosas de avanzada edad, solteronas, sermones, citas de poesía inglesa, himnos y el clero en toda su jerarquía. Y como en otras de sus obras, nada de trascendencia planetaria sucede a lo largo de doscientas cincuenta páginas. Los conflictos son en apariencia minúsculos y los personajes llevan existencias sin grandes acontecimientos. Pero sabemos desde hace mucho tiempo (Jane Austen, Trollope) que un grupo pequeño de vidas pequeñas alteradas por los pequeños acontecimientos de la vida es un material literario candente si cae en las manos adecuadas.
En decir, que no hay tema banal si el autor domina la forma novelística. En esta novela, una oruga en la coliflor o el tamaño de los calcetines que una solterona teje para un pastor son conflictos principales, y frases como "the congregation shifted awkwardly in their seats" son un clímax. En serio.

El argumento de Some tame gazelle es puro siglo XIX: dos solteronas de pueblo, Harriet y Belinda, llenan las horas dando importancia a lo nimio. Harriet fantasea con cada nuevo coadjutor que llega a la parroquia y Belinda con el archidiácono Henry Hoccleve, de quien lleva más o menos enamorada treinta años. Pero el interés de las hermanas por los hombres es, esencialmente, un hábito del corazón cuyo objeto es indiferente: parece que Mr. Donne, o Ricardo, o Mr. Mold podrían ser igualmente dignos de atención y cariño.
Dos referencias poéticas explican la naturaleza de los sentimentos de las hermanas. Una es el poema de Thomas Haynes Bayly que da título a la novela (Some tame gazelle, or some gentle love / Something to love, oh, something to love!) y la otra es Milton (Calm of mind, all passion spent).

El amor no llega, por supuesto. Las hermanas rechazan sendas propuestas de matrimonio para no ver comprometida su querida soltería, y todo termina en el mismo sitio donde comenzó. Con extraordinaria ironía, Belinda recuerda su himno favorito (God moves in a mysterious way) antes de asistir a la boda con que se cierra el libro. Dios, para ellas, no se ha movido -ni falta que hace.

Belinda was sure that our greater English poets had written much about unhappy lovers not dying of grief, although it was of course more romantic when they did. But there was always hope springing eternal in the human breast, which kept one alive, often unhappily...it would be an interesting subject on which to read a paper to the Literary Society, which the Archdeacon was always threatening to start in the village.
Cualquier lector interesado en la novela como forma literaria y en la lectura como placer gozará con Barbara Pym: sus novelas son redondas, impecables, equilibradas, maravillosas.

1 comentario:

Cristina dijo...

¡Tengo que buscar este libro! Aunque sólo hubieras copiado la primera frase ya me habrías puento los dientes larguísimos, pero con todo lo que cuentas además es irresistible :)